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Agustín Avila

Agustín Avila

Amor Universal. Esperanza para toda la humanidad.
Luchemos!!!

 

Un siglo galopante
nos conduce y reta,
Hasta a cambiar de credos
y de filosofías.
Se abren caminos de viejos laberintos,
Permeados de pobrezas, históricas y frías.
Tendrá esta humanidad
que atar la rienda,
Funda en mano veloz vetar la guerra;
Raudo, salir buscando el otro horizonte santo prometido llenito de esperanza,
Para seguir creando al globo azul del nuevo paraíso;
Que entrelace pueblos, hombres, luces y sombras, Amándose los unos y los otros como en mandamiento.
Que estremezca al amor en éste siglo galopante,
ungido de alegrías,
Como el único credo divino filosófico triunfante.

 

Raza "humana"

Lo que hace falta hoy
urge que el hombre lo descubra,
Realidad y belleza entrelazada
que nos deje mirar a la verdad velada y silenciada.
Valor para expulsar los vicios que le ahogan su esperanza,
Disfrazados de pasiones, librándose los corazones de conjuras.
Es tiempo que la luz entre en nosotros, y venga e ilumine nuestro tiempo,
Doblegue el azar a la cordura
Y muestre solo al corazón como fortuna.
Hay que despojar de crimen las riquezas que envenenan alevosa nuestras almas,
A la mente y el cuerpo nos enferma,
en tanto el desamor nos disminuye permeado de odio y de pobreza.
Es hora de abrazar como designio a la nobleza,
corrompida por el hombre
en su afán de hayar la gloria.
Lo que hace falta hoy es eso,
tiempo para ordenar las jerarquías, realzando a la vida desterrada de pasiones.
Dejar atrás la vergüenza de callarnos,
De ser romos del más ruin interés por amor propio reditado.
Rectificar entonces
la filosofía de vida que nos veta, que nos niega el perdón
y nos lleva al sacrificio,
que aparezcan los éxodos vecinos de emigrantes por los pueblos.
Llenemos nuestra génesis
de buenas voluntades, de remansos;
Lo que hace falta hoy es eso,
Que el hombre se enmiende, se descubra.

Futuro


... La esperanza está justo en el destierro de su antónimo;
Desesperanza desterrada: Futuro.

"Futuro"

Los muertos se van sin despido,
Las lágrimas quedan atrapadas tras las máscaras.
No asoma la tregua que exima del cruel abandono a muertos y lágrimas en cámaras frías.
Se van enterrando esperanzas y vida llenita de sueños en cajas baldías, vacías.
Punzante dolor que nos deja enlutada, sin fin a ciudades en pueblos enteros, familias quebradas.
Por eso reclamo y te pido tu mano,
Que sean tus ojos amor desbordado;
Reclames a gritos cubrir las miserias que ahogan al mundo y el tiempo ha traído.
Tal vez castigando al discurso de odios, de avaros, de seres que esconden el rostro sin máscara y lágrima del mal contenido.
Cobrar en este pequeño minuto la falta de amor, la ausencia de fe, el yerro y doblez.
Escarmiento o calvario, si justo por lo que es merecido, pidamos "Perdón" a una vez.
Alcemos todos al cielo la voz en un mismo ruego,
Sin importar tú fe, tu lenguaje ni tampoco tu credo.
Vendrá a nuestro encuentro Él.
Y serán ordenadas las piezas quebrantadas, y aprenderemos entonces de la misericordia.
Amansada la bestia que infecta, como monstruo voraz la belleza de la vida en esta tierra,
Un gran semillero de luz vendrá a rezumar, y será decretado el final de lo incierto.
Llenaremos al mundo de inmensos abrazos, de infinitos besos;
Las máscaras dejaran de estar cubriendo a la lágrima,
La muerte morbo volverá a su sitio, y a los muertos se les besara la frente.

Tener poesía

Tener la poesía entre tus manos,
Te hará viajar hacia el misterio de la vida,
Descubrirás la esencia de lo humano,
De su poder maravilloso, como Biblia.
Transportará tu corazón al infinito,
Y sentirás poder entre tus manos,
Aquel que llega transmuta su pasado,
Serena el presente y su futuro es granado.
Porque es alimento de dioses,
Erario del alma que abraza a los seres.
Tener unos versos debajo, en tu almohada,
No dejará que estés desarmado,
Su poder y su fuerza te hará libre,
Y vivirás como sumido en el nirvana.
Ella es nervio ennobleciendo muchedumbres;
Tener la poesía entre tus manos,
Te alejará de los menesterosos,
Serás luz y cirineo, para ellos y los otros,
Que volverás al designio tu certeza.
Tenerla nos convierte en su discípulo, y nos adiestra para ser mejores.

 

 

 

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