Aquí es este bar de centro te digo
yo he amado tantos hombres amigo
que a veces me parece haber bebido un océano como un vino.
Hubo dulces y blandos como modelos de revistas
que siempre parecían recostados al borde de un río.
Robustos que en horas calmas se entregaron a mi
Pasión sin hacer ruido mientras las cigarras subían con su canto
por los eucaliptos. Ese cuya voz convocaba alas, aviones, relatos y
telas con perdidos enigmas.
El otro que fue como la lluvia de campo que apaga y gime.
Aquel de los dientes blancos que me dijo, no te quiero y la tierra
siempresegura fue un abismo. Y está quien me acompaña ahora,
alegre jinete de caballo sin freno, a quien diciéndole te quiero, el
pecho se me abre en trigales y en los bosques, imagino, por él
silencio de un sótano, baño o archivo corre un agua luminosa. Tantos
amores me mojan el corazón y no tienen paraguas.
Y estuvo aquél, amigo, que reunió en si, el mismo impulso que
se aplica a la rosa y al hierro, que en los días, las horas, de hoy me
resultan más felices, me abre rosas donde me lastiman alambres y
su recuerdo es definitivo dulce abrigo. Sin decir palabras hizo partir
el velero más feliz que rompiendo la botella, se sumergió en el mar
de su poderío hacia la isla lejana de estrellas polar y delfines.
Con todo las policía me impidió los amores, me publico edictos y me
cortó los dedos para no leerlos o escribirlos en libros o pupitres.
Las cosas ahora no se valen por si mismas, si no fuera por el
recuerdoque de ellos siempre he tenido. Se me aparecen como
lluvia en la ciudad,con los ruidos que apago del presente. Pero por
capricho de la poesía a la higuera de mi niñez se me han venido.
Ríen y cantan, murmuran y temen.
Los veo cubiertos de líquenes y esplendorosos los cuerpos
diciéndome vivimos.
Por las calles transversales pienso, el amor no se me ha perdido,
a la puerta de mi departamento como mendigo.
Ay, amigo, es difícil ser lírico en este bar con ruido de colectivos,
pero el amor se me ríe, quiero gritarle, se me sale en un gesto, se me
despierta en una esquina, él me hace líos, me confunde, me acribilla,
me hace perder límites y me hace escribir poemas sin destino.
Decididamente, se me vive como caprichoso polizonte y me roba
caramelos escondidos.
Héctor Gadea, 1972